Había una vez un rey que tenía una hija muy hermosa llamada Xanath, que traducido sería lucero del Alba o Estrella de la mañana.
El padre decidió consagrarla al templo de la diosa de la cosecha. Xanath no podía salir del templo ni mantener relación con ningún varón, pero un dia que salió a recoger frutos y flores para hacer una ofrenda, vió a un joven del que se enamoró nada más verlo. Unas versiones hablan de que el joven era muy pobre, otras de que era un príncipe, sea como fuere ambos jóvenes se enamoraron y decidieron huir para poder vivir su amor. En su huida se contraron con un monstruo de fuego que les obligó a regresar. Los sacerdotes dieron con ellos y los degollaron. Ofrecieron los corazones de ambos como sacrificio, y al arrojarlos por una pendiente, en el lugar donde cayó el corazón del chico creció un arbusto, y donde cayó el de la princesa creció una flor que con su liana abrazaba al arbusto, y cuando la flor daba su fruto, un aroma especial lo embriagaba todo. De este modo nació la vainilla que crece de una orquidea, y cuyas vainas negras y secas se extrae la vainilla. Durante muchos siglos fué una planta sagrada para los aztecas y se le llamaba la flor negra.
La vainilla es originaria de México, pero su cultivo se extendió por otros lugares como la isla Reunión, Madagascar, Tahití, Papua....Es la segunda especia más cara del mundo ya que su proceso de producción es muy especial. Solo se puede fecundar la flor durante un día, y hay que hacerlo a mano con mucho cuidado y mucha más paciencia.
Así es que la próxima vez que tome un té o infusión con vainilla o haga un postre con ella me acordaré de su leyenda y sabré porque vale tanto, y entenderé que realmente cuesta lo que vale. Y de todos modos la que vendemos en Tishana que es de Papua Nueva Guinea no es tan cara y su calidad es excelente.
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